jueves, 16 de abril de 2015

Charla bajo el eucalipto.

¿Por qué dejar de estar sola?
porque sobre esa plataforma, en esa casa sobre la barranca, apenas pasando los silos, había dos sillas, de plástico, blancas, enfrentadas. Y allí el reflejo de dos personas que ya no están y dejaron su charla, el humo de sus cigarros, la densidad de sus alientos, esas dos sillas mantenían entre si cierta distancia. La distancia es esa que permite que te alcance el mate sin que tengas que trasladarte, apenas extiendo mi brazo, apenas extiendes el tuyo… ¿notaste la cantidad de veces que extiendo mi brazo pidiendo tu mano? ¿percibes la necesidad mía de rozarte, al menos con la punta del talón, mientras duermes a mi lado? ¿supiste que ese enojo a las dos de la mañana fue por la falta de tu deseo de buenas noches?


No creo que falte mucho para terminar de aceptar, de una buena vez por todas, que la soledad es lo único que nos acompañará por siempre.
Después de todo fue lo único que, logré, sea por siempre respetada: mi soledad. Escondiéndome en un rincón, o bajo la cama, aislándome, durmiendo. En soledad nadie puede hacerme daño, sólo yo podría lastimarme, pero tranquila Constanza, que ya demostraste saber amarte y cuidarte.
 ¿Qué diferencia hay, entonces, entre libertad y soledad? 


Desde el primer día supe a quien tenía frente a mi: viajero en búsqueda de respuestas, hombre sensible, de paz revolucionaria. Las visiones que tuve aquella noche aún no se desvanecen, tampoco la seguridad de que nunca terminaré de conocerte, ni la tranquilidad de notar que no me dan miedo ni tu transparente locura ni tus sutiles amenazas.

Y es verdad que estoy sola pero atada, aún a las profundidades, una boya que marca un punto en el medio del río, solitaria, soportando tempestades, sujeta. ¿Quién podrá soportar la presión del agua, manteniendo la respiración, sumergiéndose una y otra vez hasta lograr liberarme? Quizá sólo necesito un barco gigante que se estrelle contra mi, pero eso nos dañaría a ambos. Sonrío al descubrir que quizá lo que me aferra al fondo es tan débil como la estaca que mantiene al gigante elefante prisionero desde pequeño. 


No tengo la culpa de tus posesivos pasados.

Ésta soy yo, por primera vez en la vida, pidiendo (te) que no hagas más que lo ya hiciste, desde el primer día hasta hoy: compartir cotidianidades, ser la piel que hace que sienta mi piel bella en toda su extensión, la caja de resonancia que cuestiona mis palabras, el compañero de ejercicios que me aconseja elongar, el latir de un corazón cercano que no es mío, la respiración que no me quita el aire.

Estoy completamente segura (y de nuevo una sonrisa
) de no tienes nada que pueda quitarte, y tengo tanto para darte, después de todo: el amor es una energía renovable.

¿sabés? El árbol de pistachos es hermoso, es de esos que cambian de color con las estaciones, no podríamos aburrirnos de un árbol de pistacho. Sobreviven a -10ºC o a 40ºC, ahora me pregunto ¿sobrevivirían en un clima sin tal amplitud térmica?
 Una cosa mas: necesitan estar orientados hacia el sol.