viernes, 1 de mayo de 2015

¿y por que?

Hoy llegué al trabajo sin las llaves de la oficina, treinta y ocho pesos en taxi y yo colgada de un “así es la vida” que mi tiró como fin de un mensaje por wtsp.
Siempre fue esa mi respuesta ante la muerte.

“Así es la vida” podría ser el título de un libro de cuarenta tomos, de una serie de televisión con cuarenta años, de una saga con cuarenta actores, de un poema de cuarenta estrofas, un texto de cuarenta palabra, un tuit de cuarenta caracteres. Pero no lo es, o por lo menos esta mañana no encontré nada de eso en mi pequeña inmediatez, ni en la librería donde desayune, ni en el inestable mundo cibernético.

Así es la vida como respuesta a quienes quedamos vivos, sobreviviendo sin que se trate de esforzarnos, sin que se trate de ser conscientes de cuánto oxígeno respiramos ni cuántas células regeneramos o en cuántas de ellas dejamos de existir. Supongo a algunos las preguntas nos mantienen vivos, mientras que otros evitan frenar a cuestionarse y siguen el impulso de la vida desde el primer llanto, no creas que descansan cuando duermen, ni ellos, los que no se cuestionan, ni nosotros, los que enloquecemos en preguntas sin respuestas, es que las respuestas siempre son válidas pero regeneran el volver a no saber y otra vez preguntar y cuestionarse y poner en duda y consultarse y pensar hasta quedarnos dormidos y si, ya nos preguntamos qué pasa en nuestro sueños, ya lo discutimos, ya lo pusimos en jaque.


Cuestionarse sin tener certezas, últimamente, quienes se muestran firmes en sus certezas me muestran sus cientos de “no”. La certeza niega otras posibilidades, la certeza será una afirmación única, en ella misma, el resto es negativa, o no… no podría asegurarlo con certeza.