A veces instinto falla. O no. Si la vida es así y el destino
escapa de nuestras manos jamás sabré si esto de lo que casi me arrepiento ha
merecido o no la pena de ser.
A veces, entre-dormida, cuando sueño para poder dormir, envío
con palomas mensajeras aquellas preguntas de las cuales temo su respuesta,
convenciéndome a mí misma que es mejor saber a vivir con un eterno “¿y si?” en
la conciencia. Se están cerrando las puertas que me desvían de aquel camino,
tendré que encontrar nuevas llaves o negarme a evitar lo inevitable.
Pero entonces, mi instinto falla. ¿Qué fue esa contracción?
¿Qué fue esa sensación al despertar? ¿Por qué te encontré en tantos lugares?
¿Por qué volviste a aparecer en mis sueños? ¿Por qué pensé en vos? ¿Por qué
esta culpa?
Quizá debo entender que puedo disfrutar de aquello que me
gusta sin necesidad de hacerlo mío. ¿Qué es esta obsesión con poseer y ser
poseída? Me estoy convirtiendo en una coleccionista de relaciones, de hombres,
de cuentos para contar, de nombres, de historias que sólo tendrán final en la
muerte.
Cada día más primitiva, más intensa, menos lógica,
completamente libre pero para nada inocente.
Consciente, cansada de esta naturaleza pero consciente de
ella, responsable de mí, de mis decisiones, de mis ilusorias desilusiones.
Y de nuevo vuelvo a él, frente a quien mi cuerpo no
responde. Cansada…
Intento no darme por vencida en aquello de lo que alguna vez
estuve convencida, aquello que deseo en mi eternidad y es tenerme, en mi aquí conmigo.
Eternamente estaré en mí cada una de esas noches en las que
no puedo dormir de tanta impaciencia por terminar el día, estaré ahí, en mi
piel, en despertares solitarios, segura de poder vivir, ya que, estoy
convencida: no sólo cuesta vida.
Cansada del retorno, del peso, de vigilarme y castigarme, de
lo externo, de la búsqueda, de la bronca, el olvido, el nudo en el estómago, la
presión en el pecho y la sequedad en la garganta.
Feliz de nunca haber frenado, de estar cerca de las metas,
de cuestionarme, de amar, de la sonrisa que nunca falta, de poder abstraerme
del mundo sin tener que drogarme, del chocolate, de los amigos, la verdad, la
familia y el perdón.
Feliz de esta capacidad, a veces un poco insoportable, de
vivir y sentir sin anestesia, yo, instintiva alma intensa que hoy (feliz en el fondo) confirma que acompañada es el mas bello de los
estados.
