Puedo asegurarte que no vamos a salir ilesos cuando nos
equivoquemos en el intento de compartir la vida.
Que vamos a mentirnos y a ocultar verdades.
Que van a ser intensas las ganas de estar solos.
Que nunca vamos a pensar igual.
Seguramente nos decepcionaremos y quizá nunca aprendamos que no debemos esperar demasiado del otro, como tampoco podremos evitar volver a pelear una y otra vez sobre la misma insignificancia.
Es muy probable que la rutina pese con el tiempo, y las nuevas locuras de hoy se transformen en costumbres cotidianas.
Siempre me será imposible prometerte fidelidad eterna como también me será imposible creerte cuándo la prometas.
Que vamos a mentirnos y a ocultar verdades.
Que van a ser intensas las ganas de estar solos.
Que nunca vamos a pensar igual.
Seguramente nos decepcionaremos y quizá nunca aprendamos que no debemos esperar demasiado del otro, como tampoco podremos evitar volver a pelear una y otra vez sobre la misma insignificancia.
Es muy probable que la rutina pese con el tiempo, y las nuevas locuras de hoy se transformen en costumbres cotidianas.
Siempre me será imposible prometerte fidelidad eterna como también me será imposible creerte cuándo la prometas.
Intuyo que seguiremos creciendo y haciéndonos adictos a
consumir problemas de adultos que olvidan que menos es más y que todo lo realmente maravilloso es aquello que no tiene precio.
Puedo prometerte que jamás seré perfecta ni funcionará en mí
la venda del enamoramiento que tiñe de rosa todos tus defectos.
Y así como estoy dispuesta a un honesto sinceramiento,
también estaré dispuesta a enfrentar, para así disolver, cada noche de nuestras
vidas, aquello que algunos han de llamar problemas, errores, tristezas… y
transformarlos en aprendizajes que potencializaran todo lo bello de una vida compartida
confirmando que, amándonos, los pesares se dividen y las alegrías se
multiplican.