Hasta hoy y en su ausencia celebro que no me hace falta.
Celebro que mi vida es mi vida desde antes y aun después de usted. Celebro el
poder de la objetividad en la falta de enamoramiento, celebro que pronto llega
el momento de agradecerle que no haya podido enamorarse de mí, o que lo haya hecho
y, de tan enamorado, no haya podido con tanto deseo, en fin, de una u otra
forma, usted, usted no ha podido, como con tantas otras cosas…
Y aún lo extraño sí, pero en la mente, no en el alma y de la
mente usted pronto desaparece, hasta volver a ser un simple-cordial-extraño,
que está donde quiere estar, y es allí, en aquel lejano lugar llamado Su Ausencia.
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