jueves, 30 de junio de 2016

tu, mi alma.

Quiero que te quedes conmigo, ahora que estoy segura de querer quedarme contigo.
Quiero que tengamos sexo una y otra vez, que de tantas veces de recorrerme desnuda conozcas cada espacio de mi piel, que tengas un mapa de los caminos por donde me estremezco y que mis lunares sean para ti como el mar de estrellas que abundan durante las noches oscuras y despejadas de tu patio. Que así, como por fuera, también sea por dentro, que mis reacciones te enseñen como, cuando, donde… que no te quede lugar por explorar, que detengas el tiempo en el que me pierdo,  y reconozcas el desconocerme.  Por mi parte, ya comencé a descubrirte, y sabes que es a besos y caricias, y sabes que amo hacerlo.
Quiero que saboreemos juntos el perfume de tus flores preferidas, que nos eleven y nos potencien. Quiero bucear en tu mirada y que lloremos a carcajadas, si es necesario, quiero que sientas mi espíritu en cada una de las sonrisas que logras hacer renacer mientras hacemos el amor, y que  veas el brillo de mi alma en las lágrimas que se desprenden cuando alcanzo la plenitud.

Quiero que te inspires en el momento más cotidiano de todos y terminemos en el menos pensado.

Que de perdernos en pensamientos, sea en planes que incluyan el calor de nuestras bocas, quiero volverte loco con palabras al oído y que sientas la energía de mi mano sobre tu pierna cuando viajamos, ese calor con el que te digo: “estoy aquí, contigo”;  y quiero que lo sientas aun cuando habito otro espacio.

Quiero que me abraces por la espalda mientras trabajo y tener tu pecho a mi alcance cuando me sienta cansada y sin fuerzas. Quiero que vuelvas a ser vos el que me lleve lejos cuando vuelva a sorprenderme una de esas noticias que irrumpen la calma y devastan el corazón.

Quiero tantas cosas, pero sobre todo, quiero que seas, simplemente, y sin ningún cambio: vos.
Por otra parte, de mí y para ti: lo que tú quieras.
 

lunes, 27 de junio de 2016

el anillo de bodas

…¿eran dragones, o dinosaurios voladores azules?, no lo recuerdo, cuestión: en esa ficción quien lograba “enchufarse” a un ejemplar de esa especie se hacía dueño del ser y a partir de ahí mantendrían un fuerte vínculo eterno.

Me pregunto si, acaso, estas condiciones, en lugar de ser ficcionarias son, en realidad, una metáfora del anillo de bodas.

Entonces pienso: ¿acaso tendría yo, alguna vez, el valor de casarme? ¿sería capaz de hacer al Universo testigo de la confirmación del fuerte vínculo eterno con mi compañero? 

¿Qué es lo que estoy diciendo? ¡¿Tener valor?! ¿¡Ser capaz?! ¡Suena a sacrificio, mujer!

¿Cómo es posible que la promesa de amarse, cuidarse y respetarse se haya convertido en una carga para quienes asumen el compromiso? 

Amarse, cuidarse y respetarse… no implica ser dueños ni dependientes. Es, bella y simplemente: amarse – cuidarse y respetarse, y ese compromiso es, en primer lugar, con uno mismo, es que quien sabe amarse, cuidarse y respetarse; ama, cuida y respeta y en la acción se enseña.
Ya lo dijo él: amarnos los unos a los otros. 
Enseñemos a amar, el resto decanta: cuidamos a quienes amamos, y sabemos que la mejor manera de cuidar es respetar.
...después de todo, la muerte no podrá separar lo que se une en nombre del amor, dicen.