Esa
noche, no pudiste controlar al Hyde.
Me
tiraste a la cama y me cogiste.
Coger,
verbo que usaba los españoles cuando tomaban
en posesión a las nativas.
Me
poseíste, desataste la tormenta.
Despertaste
al viento que se atrevió a entrar por la ventana para navegar los vericuetos de
nuestras pieles.
Captaste
la energía de los rayos, estremeciste mi vientre.
Mojaste
la tierra.
Y
desapareciste.
Dejando
el aire denso, el tiempo lento y una mujer desposeída.
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