miércoles, 27 de abril de 2016

paso el momento

Anda, deja ya las armaduras y corre a sentirte en el viento, 
luego quédate quieto 
y deja ya de buscar por fuera lo que llevas dentro. 

Quédate, ahí, sin moverte, en la incomodidad, 
siente esa dádiva, examínala y cúbrete de ella, 
y encuéntrate, debajo, contigo mismo. 
Anda, deja ya de buscar por fuera lo que llevas dentro.

Vamos, ve, ya basta de contenerte, 
desplázate, 
arremolínate si es necesario, 
fluye y encuentra tu cauce con su mar,
 funde su sal en tu dulzura, 
se corriente cálida en invierno y fría en verano, 
se al cardumen lo que el viento al vuelo de los pájaros,
 y permítete descansar, 
sólo para sedimentar las piedras que llevas contigo,
ya, déjalas en el lecho.

Ey, tú, libre del bastión, 
y siéntete a gusto  en la piel de esa mujer, 
esa para la cual no es necesario que quites las espinas. 
Luego ve y quédate horas, tardes enteras, 
se el amo de ese fuego, 
el que tanto tardas en encender. 

Arderás por dentro 
con el calor de esa luz que sólo ves a ojos cerrados  
y encontrarás tu piel en ti y a ti en tu piel 
mientras ella te roce aunque sea sólo con el calor de su aliento mientras duerme a tu lado.


Disfruta, por favor, de cada segundo a su lado,
 que el agua de la ducha, 
el amanecer de sol, 
la salida de la luna llena, 
la cera caliente de las velas sobre el algarrobo, 
el jugo de naranjas, 
las películas en casa, 
el te de frutos rojos sin azúcar, 
el menú ejecutivo del bar, 
correr, 
los mantras y la música electrónica, 
el sofisticado cocktel nocturno,
 la limpieza,
 el amor… 
por favor, que sea a dos,
 anda, que ya pasó el momento de andar solo.   

jueves, 14 de abril de 2016

Para ti y para mi.

¿Recuerdas que pensabas que algo mágico estaba sucediendo? Algo mágico en ese día que poco tenía que ver con lo que marcaba el calendario, eran esos días, los cercanos a tu cumpleaños… estabas recostada, el árbol era pequeño y la textura de su sombra te iluminaba. Pequeña e inmensa en gigantes voces interiores, compañeras de la abstracción de todo aquello que podría estar pasando por fuera de tus pensamientos. 

Algo mágico tenía que estar pasando. Los caminos de hormigas, la tierra cuarteada, calor, mucho calor, sombra, pocas ganas de caminar, descansabas allí, mientras algo estaba pasando.
Pasaba el sol en su lento pero perceptible recorrido, perceptible, aunque lo hayas entendido más tarde: el sol alcanzado su cumbre anual, al menos hoy, en tu mundo, en aquel momento en que no sabías de hemisferios pero si de vidas, países, y mundos dentro del mundo al otro lado del mundo.

El desaturado marrón de la tierra seca se extendía hasta copar el horizonte, que hacías coincidir con la tensa línea inferior del alambrado, y sonreías de saber que ibas a llegar más allá, más allá del perímetro y más allá del horizonte. Sabías de otras lenguas que quizá nunca llegues a comprender, pero a veces los tuyos hablaban en otro idioma también. 

Sabías que en tu paz jugabas con abejas que no pican, y que tu miedo te hizo aún más pequeña ante aquel domado caballo que omitió tu presencia, fue libre de tus órdenes  y a ti te encarceló en la maldita confirmación de que este otro fracaso determinaba otra de tus tantas fantasiosas incapacidades. 
Y el miedo caminaba junto a vos: quizá fueron muchas las historias que no deberías haber escuchado, quizá eran demasiadas las cosas sin explicación, o quizá estaba demasiada despierta la conciencia del pasado.

De rituales, fuegos, luces de colores, más fuegos, espejos que brillan a lo lejos, cielos, muchos cielos, tantos cielos como segundos puedas observarlo. Más fuegos. Siempre supiste de ellos, de ellos y de hoy, futuro pleno y en paz.


Entonces, confía en ti, mi niña, que aquí estás, una vez más, recordándonos que absolutamente todas las respuestas están dentro de nosotras, sólo hay que animarse a sumergirse y bucear en nuestras profundidades, el océano es oscuro y hace lucir el brillo de los seres más magníficos que hemos soñado. Recuerda que estamos solas, pero acompañadas, tú en mí, yo en ti, y nosotras en el abrazo de quienes nos aman, siempre, nos aman. 

Fotografía; Lola Álvarez Bravo. Computadoras II. 1954. 
Fuente: fotografica.mx