domingo, 11 de enero de 2015

mi perfume se queda en mi

No existe manera alguna de compararnos, las unas a las otras. Ellas y yo. Ella y yo.
Somos diferentes, nos encuentras parecidas, algo de ella en mí, algo mío en ella. Si en mis ojos encuentras su mirada entonces aquí la tienes, entre nosotros, cada una de esas esporádicas noches de inusuales e imprevistos encuentros. Siempre y cuando la tormenta no nos separe.

¿Y tú y él? ¿tú y ellos? ¿Qué tienes que aún sigues merodeando en mi cuerpo?
¿Acaso puedes entender que de ti se trata esto que estás leyendo? ¿Acaso sospechan, ellos, que de ti veo y encuentro en cada uno de mis amantes?

Mi soledad y yo lo sabemos, así estamos bien, después de todo vinimos a este mundo siendo uno, después de todo sólo nosotros sabemos lo que realmente pensamos, solos tenemos el poder de cuidarnos, de protegernos de otros, de vos, de mí.

¿Y a mí? ¿Me encuentras en ella?  Cuando estas solo, sin estarlo, cuando permites que tus pensamientos te alejen a otra dimensión, rodeado de nadie pero con ella, sin entender donde estas, queriendo retraerte de esa abstracción. Vuelve.

Hiciste que observe la aparente felicidad en la que viven, pero conozco esa mirada, el gesto de esas manos, no estas. Ni ahí, ni aquí. ¿Dónde estás? ¿La esencia? ¿Recuerdas quien eras? ¿Quién? ¿De verdad estas siendo lo que quieres ser? Te dejo ser, aun creyendo que no lo estás haciendo bien, no para mí, al menos.

El miedo a esas decisiones, el peso de tu miedo en el tono de tu voz al saber que estas equivocado, de ambas maneras pierdes, no lo olvides.

Hay algo que sabes, tú si puedes conmigo. Sabes que puedes salirte del esquema, hablar y ser escuchado, poner los pies en la tierra como una descarga de eso que pesa, relajar, permitirte descansar en alguien, en brazos de alguien, de mí.

Fuerte. Sabes que al observarme sobre el fondo blanco intuyes  el tono del atardecer de un día despejado sobre un campo de trigo, austero, pero percibes mi cuerpo o los rastros de él y confirmas, al deleitarte, que soy una intensa concentración de aquello que no detectan tus sentidos, entonces quedo en tu mente ¿Dónde? Donde está ese rincón que me guarda y me libera alguna sórdida noche.
Tú también te encuentras encerrado en mi mente, te libera la música, la música que me hace bailar enteras noches entre copas, la música que elijo para relajarme bajo el agua y pensar en ti, ahí, conmigo. Fluyes.

¿Bailamos?

Aparece, habla, exprésate y di esa mentira verdadera, después de todo, no es para tanto, nos encontraremos en cuerpos ajenos, abrirás los ojos para quitarme de tu retina y confirmar que ella no soy yo, aunque así lo quieras.

Bailemos. Y disfruta el presente, que jamás podremos saber si realmente estamos equivocados. No hay manera de comparar lo que sucede con aquello que nunca sucedió.



Calma, mi perfume no deja estela; desespera, sólo lo encontrarás en mí.


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