No existe manera alguna de compararnos, las unas a las
otras. Ellas y yo. Ella y yo.
Somos diferentes, nos encuentras parecidas, algo de ella en mí,
algo mío en ella. Si en mis ojos encuentras su mirada entonces aquí la tienes,
entre nosotros, cada una de esas esporádicas noches de inusuales e imprevistos
encuentros. Siempre y cuando la tormenta no nos separe.
¿Y tú y él? ¿tú y ellos? ¿Qué tienes que aún sigues
merodeando en mi cuerpo?
¿Acaso puedes entender que de ti se trata esto que estás
leyendo? ¿Acaso sospechan, ellos, que de ti veo y encuentro en cada uno de mis
amantes?
Mi soledad y yo lo sabemos, así estamos bien, después de
todo vinimos a este mundo siendo uno, después de todo sólo nosotros sabemos lo
que realmente pensamos, solos tenemos el poder de cuidarnos, de protegernos de
otros, de vos, de mí.
¿Y a mí? ¿Me encuentras en ella? Cuando estas solo, sin estarlo, cuando
permites que tus pensamientos te alejen a otra dimensión, rodeado de nadie pero
con ella, sin entender donde estas, queriendo retraerte de esa abstracción.
Vuelve.
Hiciste que observe la aparente felicidad en la que viven,
pero conozco esa mirada, el gesto de esas manos, no estas. Ni ahí, ni aquí. ¿Dónde
estás? ¿La esencia? ¿Recuerdas quien eras? ¿Quién? ¿De verdad estas siendo lo
que quieres ser? Te dejo ser, aun creyendo que no lo estás haciendo bien, no
para mí, al menos.
El miedo a esas decisiones, el peso de tu miedo en el tono
de tu voz al saber que estas equivocado, de ambas maneras pierdes, no lo
olvides.
Hay algo que sabes, tú si puedes conmigo. Sabes que puedes
salirte del esquema, hablar y ser escuchado, poner los pies en la tierra como
una descarga de eso que pesa, relajar, permitirte descansar en alguien, en
brazos de alguien, de mí.
Fuerte. Sabes que al observarme sobre el fondo blanco
intuyes el tono del atardecer de un día
despejado sobre un campo de trigo, austero, pero percibes mi cuerpo o los
rastros de él y confirmas, al deleitarte, que soy una intensa concentración de
aquello que no detectan tus sentidos, entonces quedo en tu mente ¿Dónde? Donde está
ese rincón que me guarda y me libera alguna sórdida noche.
Tú también te encuentras encerrado en mi mente, te libera la
música, la música que me hace bailar enteras noches entre copas, la música que
elijo para relajarme bajo el agua y pensar en ti, ahí, conmigo. Fluyes.
¿Bailamos?
Aparece, habla, exprésate y di esa mentira verdadera, después
de todo, no es para tanto, nos encontraremos en cuerpos ajenos, abrirás los
ojos para quitarme de tu retina y confirmar que ella no soy yo, aunque así lo
quieras.
Bailemos. Y disfruta el presente, que jamás podremos saber
si realmente estamos equivocados. No hay manera de comparar lo que sucede con
aquello que nunca sucedió.
Calma, mi perfume no deja estela; desespera, sólo lo encontrarás en mí.

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