martes, 10 de marzo de 2015

Tu sabrás.

No quiero ni pensar en todo lo que pudo pasar por tu cabeza estos días. Quizá no, quizá tu vida siguió normal en el siempre cotidiano intento de no aburrite.

Contamos historias, algunas las inventamos juntos y en otras nos hicimos partícipes de esos pequeños fragmentos de vida que quisimos dar(nos) a conocer en el propósito de contar quienes somos. Desnudando u ocultado, nunca se sabe. Exagerando virtudes, disminuyendo fallas, conversando en la insegura sensación de no saber frente a quien estamos… hasta que dejamos de pensar... ¿para dejarnos ser?

 Algún día debería contarte que me resultó exquisita la sensación de ser yo misma sin el miedo de aquello que puedas pensar de esto que digo, de esto que pienso, de esto que soy.
Algún día debería contarte que hable con tu cuerpo desde el primer instante, que él y yo nos entendimos, que me habló de vos, me ayudo a sentirme segura y por eso me anime a dejarlo sentir mi piel, no es que me haya sentido en deuda, no olvido que mi cuerpo también es travieso y me impulsa a lograr lo que, en el fondo, siempre quiero.

Te jactas de ser un hombre de pocas palabras, que más bien prefiere escuchar a hablar, pero he tenido que guardar silencio frente a tu impulso de contarme tantas cosas, ¿mentiste al describirte? ¿O fuiste lo suficientemente inteligente para darte cuenta de que estabas frente a una mujer capaz de escucharte sin juzgarte y apreciarte como hombre que sabe lo quiere, donde conseguirlo y como lograrlo? 
Quizá no fue cuestión de inteligencia y fue la simple comodidad de estar frente a mí con aquello que habrás sentido sin yo saber que fue, quizá pude intuirlo… te dejaste llevar, te dejaste ser… o al menos eso quiero pensar, no lo sé. ¿Qué fue? ¿Qué sentiste? ¿Cómo estabas? ¿Estabas ahí?

Si todo esto estaba en tus planes, si eres un frío calculador… debo felicitarte, elegiste con una sensibilidad precisa que decir, con que palabras y como emitirlas para que suenen sinceras. Seleccionaste la dosis justa de dulzura o de sarcasmo, la dosis justa de sonrisas… a veces tímidas, también las hubo intimidantes. Supiste que preguntar para acercarte a mí, rozarme, rodearme y obtener de mi boca mucho más que un gesto.
Lo esperaba, sabías que lo esperaba, hice que te acerques en la pelea adolescente por unos dibujos en una revista que no fueron más que otra de tus excusas para hablarme de vos y hacerme saber aquello que, quisiste, yo  sepa. Aquello que guionaste, en tu plan, frío y calculador, para obtener de mi aquello que te di en esa bendita divina dimensión en la que, al menos a mí, me resulta imposible mentir, fingir, cohibirme… es que dejo de pensar, sólo puedo sentir.

Si en tu plan, frío y calculador, trazaste un mapa para llevarme a esa dimensión, ruego me lo envíes o, mejor, aceptes ser el guía que ayude a esta mujer a sentirse segura en el final del trayecto que emprendió hace un tiempo… buscando en mí un tesoro perdido del cual, tu sabes, jamás podrás ser el dueño.  

 Pero el tesoro me completa, y de mi plenitud podrás disfrutar, siempre y cuando…


…ya lo sabrás.
.o no.
       

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