domingo, 28 de octubre de 2018

mis amantes


A poco menos de dos meses de mis treinta, y con un prontuario de hombres digno de loca de comedia romántica mexicana creo haber llegado a un par de conclusiones coherentes sobre el asunto que durante tanto tiempo ocupó un lugar primordial en mi vida, si, digna hija de mujer hombrecentrista tenía que ser.

Hija, también, de una historia (de amor?) que ni Almodovar imagina, con una familia lo suficientemente grande como para contar con un amplio tinte de personajes, dramas, hipocresías y años de terapia de una pendeja pelotuda que se creyó que podía sacar a la luz la verdad de los muertos. La pendeja pelotuda... yo.

Amé fuerte, una vez y media, dividida de manera no proporcional entre tres hombres desde mis 8 años hasta hoy.

Me enamoré, perdidamente, de muchos, muchísimos hombres, e incluso, es posible que de una mujer también, de volver a nacer haría la lista a lo Florentino Ariza, eso sí, no sabría a cuál de todos esperaría toda mi vida. Si es que las leyes permiten esperar a dos hombres porque, aunque no quiera, al primero lo sigo… despidiendo.

A los 24 perdí la paciencia, dejé de enamorarme y empecé a empezar a aprender a amarme.

En algún año par de los que siguieron, mi mente le ganó, por primera vez en mi existencia, la guerra a mis sentidos hasta que, aliado con los últimos, mi cuerpo intervino y tiró la bomba.

Y al fin, de paso por el Río Magdalena, traje conmigo a Florentina y ahora (o hasta ahora) van (y vienen) unos seis amantes (y creo saber a cual de ellos esperar).

Anoche me encontré besando con ternura, siendo yo con el otro, siendo toda yo, como soy siempre, como disfruto serlo y me observé, me observé hoy y me recordé ayer, y el mes pasado, y tres lunas nuevas atrás, me observé siendo, cita a cita, sexo a sexo, tan yo, que me creyeron, ellos me creyeron... enamorada.

Y fue así que, entonces, entendí, que éstos chicos, ademas de amantes tienen algo de valientes. 

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