miércoles, 11 de septiembre de 2013

ENTRÉGATE

 Buscó en mi mirada los ojos de ella pero los míos le resultaron demasiado oscuros como para encontrar eso que andaba buscando. Mirar y encontrarse en la profundidad de los ojos marrones no es tarea fácil, pretender entender que es lo que sucede en el fondo es tan absurdo como observar la superficie del río creyendo que es posible ver las maravillosas historias del fango que se mece en las profundidades. 


Así con los ojos marrones, así con el río. Nadar a ciegas en las aguas turbias es sentir el barro en los pies, y en la piel el roce de lo desconocido. Quien se entrega a veces desconfía, pero más se entrega quien confía; entonces sucede lo mismo con la mirada. Cuando me mire a los ojos y logre dejar de pensar, va a olvidar aquello que andaba buscando para entregarse y amarrarse en el abrazo de la profundidad.

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