domingo, 29 de septiembre de 2013

LUNA LUNARES

Tengo más lugares, no se… es raro. Si, lugares; voy a hablar de lunares pero ellos conforman lugares.
Alguna vez dije que tengo una constelación de lunares en mi piel, vale la analogía, así como las estrellas que a veces, parece, hay más, que a veces, parece, hay menos… lo mismo me pasa con los lunares. Observo mi piel y no estoy segura de haber conocido a ese lunarcito que esta junto al más grande, casi en el centro pero reservándose a un costado,  conformando extrañas triangulaciones en mi hombro, como si de figuras de un caleidoscopio se tratase.

Un enamorado me dijo alguna vez que podría reconocer mi cuerpo observando algunos de mis lunares, así como los astrónomos guardan mapas de constelaciones en sus memorias, el reconocía mi piel. Mi piel y esa pequeña vena que se transluce al borde de uno de mis pezones, el derecho.

Pero la piel cambia.


Mi piel varía como lo hace cualquier otro ser que transita el paso del tiempo, entonces ese enamorado tendría que haber transitado el paso del tiempo junto a mí para poder seguir reconociendo aquellos datos que alguna vez registró en su memoria. Y ahora sus memorias están ocupadas por otras pieles, otros pezones, otras venas, otros lunares; lo cual no significa que aún no pueda reconocerme, sucede que esa posibilidad se hace cada vez más estrecha, en manera directamente proporcional al correr del tiempo, al pasar de amores, al pasar de noches fugaces...  lunares fugaces. 

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