domingo, 6 de diciembre de 2015

Si quieres...

...juguemos un juego. 

Pero por favor, no te desvanezcas.
Si quieres apostamos nuestros recuerdos, pero no te desvanezcas.
Puedo aprender todo lo que quieres olvidar y olvidar.
Puedo cambiar el color de las luces, puedo dejar de verte, pero no te desvanezcas.
Puedo conocerte hoy, olvidando quien fuiste ayer, si prometes no desvanecerte.

Puedo dejar de preguntar  y así creer que no tienes respuestas,
puedo no interesarme por eso que sabes,
puedo mostrar apatía por todo lo que haces,
podemos mirar tv, podemos hablar del clima.

Puedes dejar de ser lo que te hicieron ser,
puedes perder la memoria, puedes borrar tu aspecto,
puedes desesperar frente al espejo intentando encontrarte
pero no te desvanezcas.

Podemos ir a tu propio entierro,
pero tus manos seguirán siendo cálidas.

Cálida, serás la llama de cada una de las velas que encienda en esta vida.

No te desvanezcas, que nuestra piedra no late como tu corazón
no te desvanezcas, que el viento no sincroniza con mi respiración.

No te desvanezcas, no es necesario,
no te desvanezcas, no hace falta,
no te desvanezcas,  ven
ven y búscate en mí.

En mí
en mi mirada
en mi ideal de ti,
aquí, en mí,
ya eres lo que quieres ser.  

martes, 8 de septiembre de 2015

compañera de aventuras

Me gusta de Rosario que el viento se arremolina en la esquina de Buenos Aires y Avenida Pellegrini.
El perfume de las cuadras donde habita una lavandería.

Que mis prendas preferidas procedan de negocios invisibles.
Las miradas anónimas y las de los incógnitos conocidos.
El trato amable del puestero de facturas de los jueves a la mañana y que el pequeño kiosco de flores de la esquina de la plaza este casi siempre abierto.
Me gusta ir a robarle una conversación a la señora que nunca sonríe y frenarme o caminar con cuidado cuando la vecina baldea la vereda, nuestra vereda, la suya, la mía, la de todos.
Me gusta mirar desde la calle los balcones donde fui amada, y buscar bares para invitar a desayunar, los sábados, a mi mejor amigo. Me gusta que el gustito del mes sea merendar en barcitos rococó o tomar una cerveza artesanal en bares color tierra, mientras hablamos de amor, de historias, de desencuentros. Que el supermercado del barrio huela a despensa y que su cajera use enormes anillos plásticos de colores, una gallega que reniega del mal rendimiento de Messi en el Club Barcelona. 
En Rosario disfruto de mi soledad observando al resto de la gente, la charla de una pareja de sordomudos, unos hombres hacen negocios, los viejos canosos discuten de futbol y a aquellos dos viven su primera cita, la atmósfera del bar por la mañana.
Disfruto, en Rosario, el helado de los domingos, que el menú incluya  postre y que la caja de zapatos en la que vivo sea cada vez más mía.
Uso la inseguridad como excusa para salir libre, sin cartera, y volver a casa en taxi cuando ya es un poquito tarde, pierdo las tarjetas de colectivo siempre que tienen mucho saldo, y he roto más teléfonos de los que me han robado.
Escaparme, en Rosario, es caminar siete, ocho, diez cuadras, hasta llegar al río.
Encontrarme es lograr escuchar el ritmo de mi corazón mientras camino en pleno centro entre el tumulto de gente, es no querer que el viaje en colectivo urbano termine porque lo estoy disfrutando, es cruzarme a la vereda donde da el sol y perderme en la brisa serena que huele a recuerdo.
Antes de estar en mí, Rosario estuvo lejos.
Rosario, ciudad de baldosas flojas, cañerías en constante reparación, de unos mucho y otros poco, de negocios inmobiliarios, obras en construcción, aquí, donde los Rosarinos son los menos, ciudad de calles cerradas, de infractores y olor al cereal que se pudre en el puerto los días de lluvia, niebla y mucha humedad.
Ciudad que me diste la libertad de ser arrogante, puta, solitaria, subversiva, mística, elegante, pobre y millonaria, dime, ciudad ¿Qué será de mi sin ti?


lunes, 7 de septiembre de 2015

BLUE.

¿Cómo puedes afirmar que soy linda al bailar si sólo lo has visto en tus sueños?
¿Es, acaso, la misma fuerza que te ha disfrazado de compañero cuando nunca lo has sido?
¿De qué me sirve que des señales de vida la misma noche en la que te extraño si no vas a estar aquí dándome calor en un eterno abrazo?
Ahora que te pienso cuando me faltas en la presencia de otro. Ahora que alguien me endulza el oído, me extraña y todo eso que tú no has podido y yo pensé no necesitar mientras estaban ahí tu palabra extraña, tu voz segura, tu respuesta impensada, tu inestable firmeza, las fotos de tus amaneceres, de la imagen del fuego quemando mi vela, del reflejo de tu cuerpo frente al espejo, tus silbidos, tu sonrisa, el granizado de tus ojos claros, el lunar que se hunde en las arrugas al límite de tus ojos, tus muecas, nada de eso necesito y por eso te quiero tanto.
Ahora que me siento sostenida y sofocada a la vez, que estoy en el futuro de alguien más, en su futuro y en cada uno de los rincones de su casa y de sus planes, ahora que puedo expresarme y dejar aflorar mi costado más romántico a cambio de reprimir mis delirios ocasionales que jamás temí compartir contigo.
Anoche pensé en borrarte de mí en un ritual, un ritual que incluya la luna nueva (esa que pocos percibimos, esa que pocos queremos), el fuego de mil velas, el humo de palo santo, y cientos de plumas bailando en su propio viento, yo me elevaría en el vuelo de los pájaros, mirando, desde la distancia, como te desprendes de mi cuerpo, mirando como vuelas a mí y al fin nos encontramos en alma, lejos, inalcanzables, efímeramente eternos.
Ahora que duermo con la cabeza orientada al norte, responde, por favor, esta noche, en mis sueños, responde, mis preguntas enviadas al cielo, dime, háblame, y no te asombres, que dicen, algunos dicen, que las cosas son así, responde, esta noche o mejor mañana por la mañana, no quiero estar dormida el día que me hables y me digas que hacemos hoy contigo y mañana conmigo.
Responde. Háblame. 




jueves, 18 de junio de 2015

¿DEBERÍAMOS?

DEBERÍA MOS  yo hacerle caso a usted en tantas cosas que me dice... 

No es fácil incorporar sus lecciones, acatar sus demandas sin que eso signifique dejar de ser yo misma.  Es inmensamente hermoso para mí poner un límite y decirle “soy así, y estas cualidades se quedan conmigo”.
No es fácil convencerme de que todo está bien cuando se ausenta, respetar sus tiempos.  Es inmensamente hermoso para mí darle lugar a los míos. Los míos.

Cada semana vuelvo a decidir que así está bien, opacando la esperanza de que con el tiempo usted cambie de idea. Vaya esperanza, ingenua, egoísta y manipuladora.
 
Y ahora que las mas espontáneas de mis actitudes confirman que también le temo, quizá, incluso un poco más que usted, a esto que algunos han de llamar “relación”; entiendo que encontré en usted el reflejo de lo que en mi no logro ver.
El reflejo opuesto, descubriendo en el contraste el mejor modo de encontrarnos, usted consigo mismo y yo conmigo.
Encontré con usted cosas ocultas en mí, entre ellas la capacidad de amarlo como ser real que nada tiene de aquellos estros inventados  de quienes me enamoré. Amar sin enamorarme es tocar el cielo con las manos y la tierra con los pies, pegando en cada salto un vuelo con el viento, o sintiendo en mi latir, la atracción de la Tierra.

Si el libro estuviese escrito sentiría ansiedad por espiar que sucede en el próximo capítulo. Que fácil sería entregarme a que otro escriba mi propio libro. Que fácil sería dejar en sus manos la responsabilidad de mi futuro, facilidades imposibles, si aquí estamos, una vez más, usted y yo, en este mismo mundo, merodeándonos y sintiéndonos sin que eso signifique estar juntos.

Aquí estamos, una vez más, usted en usted, yo en mi, viviendo nuestras vidas, vidas que a veces nos otorgan  el placer de cruzarnos.  Esperar de la vida, ¿no es, acaso, otra facilidad imposible?

Lo amo,                                                                 
en cada uno  de mis endemoniados impulsos adolescentes,  
yo a usted,                           
en su energía y su universo.                

viernes, 1 de mayo de 2015

¿y por que?

Hoy llegué al trabajo sin las llaves de la oficina, treinta y ocho pesos en taxi y yo colgada de un “así es la vida” que mi tiró como fin de un mensaje por wtsp.
Siempre fue esa mi respuesta ante la muerte.

“Así es la vida” podría ser el título de un libro de cuarenta tomos, de una serie de televisión con cuarenta años, de una saga con cuarenta actores, de un poema de cuarenta estrofas, un texto de cuarenta palabra, un tuit de cuarenta caracteres. Pero no lo es, o por lo menos esta mañana no encontré nada de eso en mi pequeña inmediatez, ni en la librería donde desayune, ni en el inestable mundo cibernético.

Así es la vida como respuesta a quienes quedamos vivos, sobreviviendo sin que se trate de esforzarnos, sin que se trate de ser conscientes de cuánto oxígeno respiramos ni cuántas células regeneramos o en cuántas de ellas dejamos de existir. Supongo a algunos las preguntas nos mantienen vivos, mientras que otros evitan frenar a cuestionarse y siguen el impulso de la vida desde el primer llanto, no creas que descansan cuando duermen, ni ellos, los que no se cuestionan, ni nosotros, los que enloquecemos en preguntas sin respuestas, es que las respuestas siempre son válidas pero regeneran el volver a no saber y otra vez preguntar y cuestionarse y poner en duda y consultarse y pensar hasta quedarnos dormidos y si, ya nos preguntamos qué pasa en nuestro sueños, ya lo discutimos, ya lo pusimos en jaque.


Cuestionarse sin tener certezas, últimamente, quienes se muestran firmes en sus certezas me muestran sus cientos de “no”. La certeza niega otras posibilidades, la certeza será una afirmación única, en ella misma, el resto es negativa, o no… no podría asegurarlo con certeza. 

jueves, 16 de abril de 2015

Charla bajo el eucalipto.

¿Por qué dejar de estar sola?
porque sobre esa plataforma, en esa casa sobre la barranca, apenas pasando los silos, había dos sillas, de plástico, blancas, enfrentadas. Y allí el reflejo de dos personas que ya no están y dejaron su charla, el humo de sus cigarros, la densidad de sus alientos, esas dos sillas mantenían entre si cierta distancia. La distancia es esa que permite que te alcance el mate sin que tengas que trasladarte, apenas extiendo mi brazo, apenas extiendes el tuyo… ¿notaste la cantidad de veces que extiendo mi brazo pidiendo tu mano? ¿percibes la necesidad mía de rozarte, al menos con la punta del talón, mientras duermes a mi lado? ¿supiste que ese enojo a las dos de la mañana fue por la falta de tu deseo de buenas noches?


No creo que falte mucho para terminar de aceptar, de una buena vez por todas, que la soledad es lo único que nos acompañará por siempre.
Después de todo fue lo único que, logré, sea por siempre respetada: mi soledad. Escondiéndome en un rincón, o bajo la cama, aislándome, durmiendo. En soledad nadie puede hacerme daño, sólo yo podría lastimarme, pero tranquila Constanza, que ya demostraste saber amarte y cuidarte.
 ¿Qué diferencia hay, entonces, entre libertad y soledad? 


Desde el primer día supe a quien tenía frente a mi: viajero en búsqueda de respuestas, hombre sensible, de paz revolucionaria. Las visiones que tuve aquella noche aún no se desvanecen, tampoco la seguridad de que nunca terminaré de conocerte, ni la tranquilidad de notar que no me dan miedo ni tu transparente locura ni tus sutiles amenazas.

Y es verdad que estoy sola pero atada, aún a las profundidades, una boya que marca un punto en el medio del río, solitaria, soportando tempestades, sujeta. ¿Quién podrá soportar la presión del agua, manteniendo la respiración, sumergiéndose una y otra vez hasta lograr liberarme? Quizá sólo necesito un barco gigante que se estrelle contra mi, pero eso nos dañaría a ambos. Sonrío al descubrir que quizá lo que me aferra al fondo es tan débil como la estaca que mantiene al gigante elefante prisionero desde pequeño. 


No tengo la culpa de tus posesivos pasados.

Ésta soy yo, por primera vez en la vida, pidiendo (te) que no hagas más que lo ya hiciste, desde el primer día hasta hoy: compartir cotidianidades, ser la piel que hace que sienta mi piel bella en toda su extensión, la caja de resonancia que cuestiona mis palabras, el compañero de ejercicios que me aconseja elongar, el latir de un corazón cercano que no es mío, la respiración que no me quita el aire.

Estoy completamente segura (y de nuevo una sonrisa
) de no tienes nada que pueda quitarte, y tengo tanto para darte, después de todo: el amor es una energía renovable.

¿sabés? El árbol de pistachos es hermoso, es de esos que cambian de color con las estaciones, no podríamos aburrirnos de un árbol de pistacho. Sobreviven a -10ºC o a 40ºC, ahora me pregunto ¿sobrevivirían en un clima sin tal amplitud térmica?
 Una cosa mas: necesitan estar orientados hacia el sol. 

miércoles, 25 de marzo de 2015

agua en el mar, fuego en el infierno

Estoy buscando esa persona que estoy segura puedes ser pero no sé si estés dispuesto a serlo.

No  voy a frenar la búsqueda.

La vas a frenar vos, sólo tienes que pedirlo, buscarme, conquistarme, ser ese hombre.
La va a frenar otro, mientras tú no lo pidas, no me busques, no me conquistes, no seas ese hombre.

Es verdad que encontré en vos algo que busco desde hace tiempo, pero eso no me frena en ti, al contrario, me impulsa a saber que no hay únicos, hay más peces en el mar, somos un cardumen que despliega su encanto en la conquista de aquello que estamos buscando.

Somos muchos teniendo lo que otro busca, buscando lo que otro tiene, sólo hay que coincidir en tiempo, en lugar, en ganas… y el mar intergaláctico de las redes sociales nos está cambiando las reglas del juego.

Podemos vigilarnos hasta el hartazgo: doble tilde azul, última conexión, en línea… y no contesta. Controlar, perder, desesperar, los héroes incondicionales mueren, y la libertad está en la sencillez de lograr que absolutamente nada de todo esto nos importe.

Lo bueno de las búsquedas intensas, de los cientos de historias acumuladas es que una vez que te cruzas con algo bueno sabes diferenciarlo, y si te cruzas con algo malo, también. El método puede fallar pero no está en los planes andar cerrando puertas, si planeamos vivir el hoy, ¿Quién sabe? 
Quizá un día encuentre un momentáneo para siempre.




Ya lo decía la madre de una amiga de una amiga… hay que mantener las velas encendidas. 
Ya lo decía mi mejor amigo… sos fuego, nena.
Ya lo decía yo… el problema es que el infierno tiene mala fama.

miércoles, 11 de marzo de 2015

sexo

¿Qué pasa cuando un hombre y una mujer se encuentran? Bueno… cuando ese encuentro se da en el plano de lo sexual, ¿obvio?
Somos animales, instintivos y persuasivos y cuando hay piel… no hay mucho más que pensar.
¿Cuándo comienza el sexo? Quizá no sepa cuando es pero si sé que el inicio nada tiene que ver con la penetración, ni cuando invadiste con tus manos mi humedad más íntima, empieza antes… ¿Cuándo?
Un beso es demasiado inocente para culparlo de tanto, aunque jamás podrá liberarse del cargo de provocar la apertura a esa bendita divina dimensión a la cual me cuesta tanto acceder. Quizá el beso no sea más que un delicado traspaso a los límites del deseo, el beso extiende el horizonte a nuevas sensaciones que se viven en la oscuridad de los ojos cerrados. Dos amantes coinciden en un beso, el beso que sigo sin saber si es la apertura al sexo, no sé si pueda confirmarlo, pero siempre estaré segura de que besar es el más perfecto de los actos humanos, indicio de amantes que han coincidido en el evento más hermoso que un escritor pueda describir, así Cortázar en el séptimo capítulo de Rayuela… “…respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.”
¿Qué es el sexo? –Pregunta que no supe contestar, aquella vez… y fue punto de inflexión-
¿Cuál? ¿El sexo humano? ¿Ese que practicamos sin estar presentes en nuestros propios cuerpos, en la inercia de la costumbre, en la contradictoria naturalización de vivir sin cuestionarnos, sin asombrarnos, sin sentir? ¿El sexo del ABC de la revista femenina?  ¿El sexo banalizado, objeto, fundamento de venta del último Best Seller? ¿El sexo que encuentra placer en corromper reglas que jamás debieron existir? ¿El sexo con dominio, el sexo con metas? ¿El sexo al que temo?
Para mí el sexo es el sexo divino, en el que estamos presentes en cada centímetro cuadrado de nuestra piel, nuestra piel que se extiende muchísimo más allá del pene y la vagina. El sexo divino definitivamente empieza en la liberación de ese absurdo pensamiento ético social que nos cohíbe y amenaza con no dejarnos ser.
….cuando dos personas se encuentran, cuando sé quién es él, o cuando creo saberlo, pudiendo estar equivocada. El otro ha despertado en mí el profundo interés de tenerlo en mí, de hacerlo mío y hacerme suya, me transmitió seguridad, hice míos sus detalles, amé sus expresiones y palabras, adoré que este chico se asemeje a eso que espero de un hombre… al menos hasta este instante en el que el sexo comienza. 

Instante en el que abres la puerta, pides observar el dibujo de la piel de mi espalda y esa sensación tuya de sentirte intimidado termina siendo la excusa para terminar con tu boca en mi boca, y tus manos en mi piernas mientras yo no puedo dejar de sostener tu rostro. Perdí noción del espacio, ¿controlar las distancias? ¿cómo? Olvidé cuán ancho es un pasillo, siquiera puedo registrar si hay vacío sobre nosotros o cielo, o cemento, madera, ¿flotamos?, me guías… sabes a donde quiero llegar y es exactamente al mismo lugar en el que estás pensando desde que… ¿cuánto tiempo hace que quieres tenerme en tu cama?

Tarde un poco en liberarme, debería contarte lo difícil que es para mí llegar a ese sitio al que vos me llevaste, con vos, en tu respiración densa y perdida, en el latir de tu corazón salvaje, en tu cuerpo que me atrapaba cada vez más en cada uno de sus movimientos… y yo, en el intento de quedarme con el perfume de tu nuca respiré cada vez más hondo, más profundo hasta encontrarme en el sitio al que quería llegar, a esa bendita divina dimensión en la que, paradójicamente, pierdo la conciencia para percibirme absolutamente completa en cada uno de mis sentidos. Sentirnos, aún prisioneros de nuestras prendas íntimas, nuestros pechos desnudos, y yo sedienta de vos con tan sólo observarte, la perfecta dimensión de tus músculos que te hacen humano y gigante, los dos haz de luz que se filtran por la ventana e iluminan tu rostro mientras tú y tu boca se encuentran concentrados en mis pezones, nos observo desde arriba… la pequeña dimensión de mis pechos, mi piel, vos, tu rostro, y tu boca, todos, nosotros, atravesados por la luz…  esa imagen, cual foto instantánea que se graba en mi retina, amarla es poco. 

Insisto en asegurar que sabias perfectamente lo que estabas haciendo, ¿Qué pasa cuando un hombre y una mujer se encuentran? El otro permite sentirnos, y evocar el goce en su más extrema expresión, este acto instintivo animal que encuentra placer en el placer ajeno.


Dejaste parte de vos en mi piel y te obligué a que también sientas lo que se siente, nuestros vientres resbalando en vos y vos y tu pensamiento completamente embelesado con tantas actitudes que siempre esperaste ver juntas y jamás creíste encontrar en aquella primera noche. 

Soy terrible, sí, pero lo aclaré al inicio del primer tiempo: me gusta el sexo, me encanta, y lo disfruto cuando es así en aquella bendita divina dimensión en la que deseo, profundamente, volver a encontrarnos, tu y yo, protagonistas. 

martes, 10 de marzo de 2015

Tu sabrás.

No quiero ni pensar en todo lo que pudo pasar por tu cabeza estos días. Quizá no, quizá tu vida siguió normal en el siempre cotidiano intento de no aburrite.

Contamos historias, algunas las inventamos juntos y en otras nos hicimos partícipes de esos pequeños fragmentos de vida que quisimos dar(nos) a conocer en el propósito de contar quienes somos. Desnudando u ocultado, nunca se sabe. Exagerando virtudes, disminuyendo fallas, conversando en la insegura sensación de no saber frente a quien estamos… hasta que dejamos de pensar... ¿para dejarnos ser?

 Algún día debería contarte que me resultó exquisita la sensación de ser yo misma sin el miedo de aquello que puedas pensar de esto que digo, de esto que pienso, de esto que soy.
Algún día debería contarte que hable con tu cuerpo desde el primer instante, que él y yo nos entendimos, que me habló de vos, me ayudo a sentirme segura y por eso me anime a dejarlo sentir mi piel, no es que me haya sentido en deuda, no olvido que mi cuerpo también es travieso y me impulsa a lograr lo que, en el fondo, siempre quiero.

Te jactas de ser un hombre de pocas palabras, que más bien prefiere escuchar a hablar, pero he tenido que guardar silencio frente a tu impulso de contarme tantas cosas, ¿mentiste al describirte? ¿O fuiste lo suficientemente inteligente para darte cuenta de que estabas frente a una mujer capaz de escucharte sin juzgarte y apreciarte como hombre que sabe lo quiere, donde conseguirlo y como lograrlo? 
Quizá no fue cuestión de inteligencia y fue la simple comodidad de estar frente a mí con aquello que habrás sentido sin yo saber que fue, quizá pude intuirlo… te dejaste llevar, te dejaste ser… o al menos eso quiero pensar, no lo sé. ¿Qué fue? ¿Qué sentiste? ¿Cómo estabas? ¿Estabas ahí?

Si todo esto estaba en tus planes, si eres un frío calculador… debo felicitarte, elegiste con una sensibilidad precisa que decir, con que palabras y como emitirlas para que suenen sinceras. Seleccionaste la dosis justa de dulzura o de sarcasmo, la dosis justa de sonrisas… a veces tímidas, también las hubo intimidantes. Supiste que preguntar para acercarte a mí, rozarme, rodearme y obtener de mi boca mucho más que un gesto.
Lo esperaba, sabías que lo esperaba, hice que te acerques en la pelea adolescente por unos dibujos en una revista que no fueron más que otra de tus excusas para hablarme de vos y hacerme saber aquello que, quisiste, yo  sepa. Aquello que guionaste, en tu plan, frío y calculador, para obtener de mi aquello que te di en esa bendita divina dimensión en la que, al menos a mí, me resulta imposible mentir, fingir, cohibirme… es que dejo de pensar, sólo puedo sentir.

Si en tu plan, frío y calculador, trazaste un mapa para llevarme a esa dimensión, ruego me lo envíes o, mejor, aceptes ser el guía que ayude a esta mujer a sentirse segura en el final del trayecto que emprendió hace un tiempo… buscando en mí un tesoro perdido del cual, tu sabes, jamás podrás ser el dueño.  

 Pero el tesoro me completa, y de mi plenitud podrás disfrutar, siempre y cuando…


…ya lo sabrás.
.o no.
       

sábado, 28 de febrero de 2015

acompañada, yo en mi.


A veces instinto falla. O no. Si la vida es así y el destino escapa de nuestras manos jamás sabré si esto de lo que casi me arrepiento ha merecido o no la pena de ser.
A veces, entre-dormida, cuando sueño para poder dormir, envío con palomas mensajeras aquellas preguntas de las cuales temo su respuesta, convenciéndome a mí misma que es mejor saber a vivir con un eterno “¿y si?” en la conciencia. Se están cerrando las puertas que me desvían de aquel camino, tendré que encontrar nuevas llaves o negarme a evitar lo inevitable.

Pero entonces, mi instinto falla. ¿Qué fue esa contracción? ¿Qué fue esa sensación al despertar? ¿Por qué te encontré en tantos lugares? ¿Por qué volviste a aparecer en mis sueños? ¿Por qué pensé en vos? ¿Por qué esta culpa?

Quizá debo entender que puedo disfrutar de aquello que me gusta sin necesidad de hacerlo mío. ¿Qué es esta obsesión con poseer y ser poseída? Me estoy convirtiendo en una coleccionista de relaciones, de hombres, de cuentos para contar, de nombres, de historias que sólo tendrán final en la muerte.

Cada día más primitiva, más intensa, menos lógica, completamente libre pero para nada inocente.
Consciente, cansada de esta naturaleza pero consciente de ella, responsable de mí, de mis decisiones, de mis ilusorias desilusiones.

Y de nuevo vuelvo a él, frente a quien mi cuerpo no responde. Cansada…

Intento no darme por vencida en aquello de lo que alguna vez estuve convencida, aquello que deseo en mi eternidad y es tenerme, en mi aquí conmigo.
Eternamente estaré en mí cada una de esas noches en las que no puedo dormir de tanta impaciencia por terminar el día, estaré ahí, en mi piel, en despertares solitarios, segura de poder vivir, ya que, estoy convencida: no sólo cuesta vida.

Cansada del retorno, del peso, de vigilarme y castigarme, de lo externo, de la búsqueda, de la bronca, el olvido, el nudo en el estómago, la presión en el pecho y la sequedad en la garganta.

Feliz de nunca haber frenado, de estar cerca de las metas, de cuestionarme, de amar, de la sonrisa que nunca falta, de poder abstraerme del mundo sin tener que drogarme, del chocolate, de los amigos, la verdad, la familia y el perdón.

Feliz de esta capacidad, a veces un poco insoportable, de vivir y sentir sin anestesia, yo, instintiva alma intensa que hoy  (feliz en el fondo) confirma que acompañada es el mas bello de los estados. 

domingo, 1 de febrero de 2015

élixir bleu

Detesto las mentiras, detesto las reglas.
Amo encontrarme en el gusto de la cocina. Entre estanterías de madera observo variedades de botellas y etiquetas que casi, no me dicen nada, bueno, si… una logra llamar mi atención. “¿te puedo ayudar en algo?” dice una voz masculina que no dice mucho hasta que me animo a observarlo a los ojos, y lo dijo todo. Pero esta vez estoy segura de lo que vengo a buscar, un vino rosado, encontrarme con algo diferente de lo que vine probando hasta ahora, y me decidí por esa botella de gaviotas en su diseño, “quiero esta, nunca la probé” y asentó mi decisión, la lleve.
En la época en la que algunos vinos ya no se descorchan, las cosas son más fáciles, un sistema de tapa a rosca y el vino ya estaba en el fuego, tomando temperatura junto al agregado de azúcar y los arándanos seleccionados con el cuidado con el que pocas cosas selecciono en esta vida, los observaba en su recipiente con el mismo detenimiento que observo mi caja de grafitos antes de elegir cuál quiero usar. Me dirás que son todos iguales, te diré que no. 
Ayer decidí experimentar con esto, una botella quedo a medio terminar y paso todas las vacaciones en la heladera, pensé en hacer la reducción con ella, pero ¿prepararías una reducción con un vino que no tomarías? Igual pensé en ella, en la reducción, pensé en violetas, arándanos, como siempre, amigos de las fresas, las fresas de Constanza. Una reducción sobre un carré de cerdo, una reducción sobre unas bochas de helado, una reducción directamente de mis dedos a mi boca, reducción que queda en mis labios cual labial que da brillo, sabor y perfume.
No encontré receta de reducción de vin rosé  et bleuets. Todo indica que, siempre, todo, todo lo que quiero… no existe, hay que crearlo, inventarlo, animarse, dar, jugar.
Paciencia mujer, que la química lleva su tiempo, es mejor que el vino no hierva, que todo sea lento, que la consistencia cambie a su tiempo; paciencia y veras como las cosas se espesan y toman color; paciencia, y podrás saborear, eternamente, el dulzor de aquello que has cocinado con amor, a fuego lento.
Mientras el fuego reduce esta poción de amor, en la heladera, el resto de vino entrega su calor, se enfría, tiembla, empaña las paredes del vidrio translúcido de esa botella que lo aprisiona. Mujer, termina ya de cocinar y libera el elixir de este vino que quiere embriagarte, jugar con tus labios, erizar tu piel, saborear tu alma y borrarlo a él.
El vino que elegí presenta notas de arándanos; los arándanos, frescos y de estación, más deliciosos de nunca, me niegan su sabor apenas los coloco en mi boca, debo morderlos o deshacerlos en el calor de mi lengua, me recuerdan porque son tan afrodisíacos, al fondo, en la garganta, su sequedad, tan pequeños y únicos, ellos, los violetas, los arándanos.
Los pequeños violetas se redujeron a tal punto que de algunos de ellos solo encuentro la piel, y cuando detecto restos de su pulpa concentra en si tantos sabores que olvido donde estoy, es magia, es dulzura pura, una leve nota de acides, es increíble, desaparece absolutamente todo, los ingredientes se han fusionado a la perfección, podrás detectar rastros de cada uno de ellos, pero no en su individualidad porque siempre está el otro recordándote que también es parte de este elixir de pasión irrefrenable.
Vamos mujer! Sal a la calle, con esa actitud que atrae miradas, consigue los ingredientes y cocina para ti, te lo mereces. Disfruta. Ama, que amando nunca se pierde. 

Y ahora que estas siendo reservado, elixir, posión de pasión, pienso que quizá necesitabas más tiempo, pero así me gustas,  por ahora, así me gustas.



martes, 27 de enero de 2015

el HOMBRE en mis brazos



HOMBRE, aquel que soporte ser el estro de mis locuras, de mi imaginación; de los reclamos por reclamar, acumulados en la herencia de la historia. Que soporte ser parte de cada una de estas palabras y se haga cargo.

HOMBRE, aquel que tenga respuesta y apuesta. Aquel que soporte las leyes del deseo, el deseo en piel, el deseo en mente.

HOMBRE, quien pueda sostener mi abrazo, mi abrazo de mujer que se desploma y llora ante la más divinas de las acumulaciones de pasión, y que me espere, en ese abrazo, cuando estoy volviendo del mas allá, de aquella otra historia y vuelva a hacerme el amor para de nuevo enviarme al mas allá en una nueva acumulación de pasión para, esta vez, volver en el resplandor de una sonrisa.

HOMBRE, que de una buena vez por todas apueste todo su ser en este juego, seguro de ganar aun dispuesto a la pérdida; hombre, aquel que puso condiciones y las respeta.

HOMBRE, que no se siente abatido ante tanta presencia, pero tampoco es más, es igual, ¿cómo puedes observarme tan fríamente mientras mi cuerpo tiembla por ti? ¿Cómo puedes tratarme tan distante, tan cordial, sabiendo que una mínima disminución en la distancia que nos separa te prendería fuego?
¿Por qué te respeto? ¿Por qué te mantengo vivo?

HOMBRE, aquel que cambie, que lo haga por él, que me quiera para él, toda yo, todo él, sabiendo que cada uno es uno pero somos el otro que necesitamos para confirmar quienes somos y encontrarnos en esas miradas, o en ese abrazo que espero en la cama y me das mientras duermo.
Tú, metiéndote en mi cama en medio de la noche, y yo sintiendo seguridad y felicidad plena de sentirte, siendo tú un HOMBRE, que está ahí para amarme, no para violarme.

HOMBRE a quien ame por todo lo que me da y no por todo aquello que espero y desespero en el intento de tenerlo, que ame con furia, tú no eres capaz.
Recordaré la lista de todas estas cosas que no eres, pensando que quizá seas capaz de cambiar, de apostar, te recordaré a ti, con toda esa lista inmensa de cosas que si eres y quiero para mí.

HOMBRE, estoy segura de quererte a mi lado, pero no le venderé el alma al diablo para lograrlo.

HOMBRE serás aquel que me conquistes, y hoy venga por mi. 

lunes, 26 de enero de 2015

mi estro inspirador

¿Hacia donde miran tus ojos cuando te concentras en un aroma? ¿Mejora tu percepción olfativa cuando frotas tu dedo índice con el pulgar?
¿Qué imaginas cada vez que cierras los ojos, concentrado en el perfume de mi nuca? ¿Mejora tu percepción olfativa ante el frote de mis pezones en tu pecho?

Si supieras que el detalle del cuello de tu camisa enmarcando la triangulación de tu nuez de adán con tus clavículas logra estrangular mi garganta de tantas ganas de ti.

¿Cómo pueden tus manos ser tan gigantes y delicadas a la vez? Si supieras que estremecen mi piel cuando apenas me rozan, y estremecen mi vientre cuando me toman por la cintura.

Tus ojos, tus ojeras, tu lunar, tan imperfecto todo, si ni siquiera eres lindo, aún así seduces.

Si supieras que es imposible observar tu nuca sin imaginar mis manos apoderándose de ella para darle paso a mi boca y sentirte en mis besos.

¿Sientes cómo se libera la tensión de tus brazos cuando me dedico a tu cuerpo?


Si tan solo recordaras lo que eres entres mis brazos, yo voy y te perdono

domingo, 11 de enero de 2015

mi perfume se queda en mi

No existe manera alguna de compararnos, las unas a las otras. Ellas y yo. Ella y yo.
Somos diferentes, nos encuentras parecidas, algo de ella en mí, algo mío en ella. Si en mis ojos encuentras su mirada entonces aquí la tienes, entre nosotros, cada una de esas esporádicas noches de inusuales e imprevistos encuentros. Siempre y cuando la tormenta no nos separe.

¿Y tú y él? ¿tú y ellos? ¿Qué tienes que aún sigues merodeando en mi cuerpo?
¿Acaso puedes entender que de ti se trata esto que estás leyendo? ¿Acaso sospechan, ellos, que de ti veo y encuentro en cada uno de mis amantes?

Mi soledad y yo lo sabemos, así estamos bien, después de todo vinimos a este mundo siendo uno, después de todo sólo nosotros sabemos lo que realmente pensamos, solos tenemos el poder de cuidarnos, de protegernos de otros, de vos, de mí.

¿Y a mí? ¿Me encuentras en ella?  Cuando estas solo, sin estarlo, cuando permites que tus pensamientos te alejen a otra dimensión, rodeado de nadie pero con ella, sin entender donde estas, queriendo retraerte de esa abstracción. Vuelve.

Hiciste que observe la aparente felicidad en la que viven, pero conozco esa mirada, el gesto de esas manos, no estas. Ni ahí, ni aquí. ¿Dónde estás? ¿La esencia? ¿Recuerdas quien eras? ¿Quién? ¿De verdad estas siendo lo que quieres ser? Te dejo ser, aun creyendo que no lo estás haciendo bien, no para mí, al menos.

El miedo a esas decisiones, el peso de tu miedo en el tono de tu voz al saber que estas equivocado, de ambas maneras pierdes, no lo olvides.

Hay algo que sabes, tú si puedes conmigo. Sabes que puedes salirte del esquema, hablar y ser escuchado, poner los pies en la tierra como una descarga de eso que pesa, relajar, permitirte descansar en alguien, en brazos de alguien, de mí.

Fuerte. Sabes que al observarme sobre el fondo blanco intuyes  el tono del atardecer de un día despejado sobre un campo de trigo, austero, pero percibes mi cuerpo o los rastros de él y confirmas, al deleitarte, que soy una intensa concentración de aquello que no detectan tus sentidos, entonces quedo en tu mente ¿Dónde? Donde está ese rincón que me guarda y me libera alguna sórdida noche.
Tú también te encuentras encerrado en mi mente, te libera la música, la música que me hace bailar enteras noches entre copas, la música que elijo para relajarme bajo el agua y pensar en ti, ahí, conmigo. Fluyes.

¿Bailamos?

Aparece, habla, exprésate y di esa mentira verdadera, después de todo, no es para tanto, nos encontraremos en cuerpos ajenos, abrirás los ojos para quitarme de tu retina y confirmar que ella no soy yo, aunque así lo quieras.

Bailemos. Y disfruta el presente, que jamás podremos saber si realmente estamos equivocados. No hay manera de comparar lo que sucede con aquello que nunca sucedió.



Calma, mi perfume no deja estela; desespera, sólo lo encontrarás en mí.


sábado, 10 de enero de 2015

ALBEDRÍO DE VERANO


No puedes conmigo ni yo contigo, estamos prohibidos.

Somos la tormenta que devasta, que  nadie entiende, a la que todos temen. No podemos ser.
EL calor y el frío que buscan equipararse, que generan el viento, libera.  Vuelan.

Somos el color que nadie ve, el perfume que no percibes, un tono completamente desaturado.
Somos la fotografía sin filtro, la madurez, la realidad ajena a la verdad.

Vives sin entenderme, vivo sin conocerte, soy sincera, no eres real.

Olvidas.
Olvido.

Estoy en tus sueños, no cierras los ojos para dormir. No descansas. Mejor si frenas.
Estas en mis pensamientos, cierro los ojos para dormir. Descanso. Mejor si arranco.

Vuelves, siempre vuelves, tarde, siempre tarde. Siempre, siempre llegas tarde, pero la muerte no es impuntual y de ella no podrás escapar.
Mientras, escapas de mí, vida.

Somos todo lo que conoces sin entender, somos la piel detrás de la careta, el humor a la mañana, el frío de las noches de verano.

Lo que mereces, lo que quiero, lo que nunca tendremos.

Somos el efímero albedrío del verano. 

domingo, 4 de enero de 2015

libera el miedo, pero guarda un poquito de él.

Un día estás pensando en cuánto va a doler, y recordás que el único dolor al que le tenías miedo era al de la muerte, no a morir, sino al dolor al hacerlo. Entonces retrocedes sobre tu teoría de toda la vida y te das cuenta de que en realidad sí te importaría morir, de que hay cosas que van a seguir sucediendo en tu ausencia y deseas ser parte de eso, y para que después de la muerte las cosas sigan sucediendo, se necesita, de una u otra manera, que otros vivan mientras tu no estas.

Es poco probable que la muerte duela, entonces, mejor deja de acumular el dolor de la vida, despréndete de él, libéralo, sacúdete, baila, ríe y llora que el cuerpo es uno solo, la mente es sólo una y el corazón, bueno, el corazón es otra historia.